La usurpación global se ha dado no sólo en la economía. Política internacional y guerras mundiales se han orientado también a alcanzar el propósito de la Gran Logia de los Iluminati, un gobierno mundial centralizado, socialista y ateo. “La meta específica de la orden de los Iluminati es la de abolir el cristianismo y derrocar los gobiernos civiles”, escribe John Robinson citando al propio fundador, Adam Weishaupt.

Esa fraternidad secreta, financiada inicialmente por la poderosa familia Rothschild, se creó con el propósito de llevar a cabo los planes trans-generacionales de la masonería iluminista-satánica, introduciéndose en los círculos de poder de los gobiernos y de las finanzas.

La logia lleva ese nombre porque sus miembros son iniciados en las enseñanzas de Lucifer, supremo dador de luz según la doctrina de la francmasonería iluminada. El Gran Consejo lo forman trece castas que se perpetúan en la secta mediante iniciación satánica generacional.

Los pasos de la ocupación global fueron claramente definidos por Albert Pike, Gran Soberano del Antiguo y Aceptado Rito de la Francmasonería, en una carta que dirigió, el 15 de agosto de 1871, a Giuseppe Mazzini, Gran Soberano de los Iluminados después de Weishaupt. En ese documento establecía las tres guerras mundiales que habrían de provocar para poder implantar el Nuevo Orden Mundial:

La Primera Guerra Mundial la emprenderían para destituir a los zares católicos, sometiendo el vasto territorio ruso bajo el control de los Iluminati y poder usarlo como plataforma desde la cual difundir sus objetivos.

La Segunda Guerra Mundial la realizarían exacerbando las diferencias entre el sionismo político y el nacionalismo germano, con el fin de consolidar y extender la influencia rusa y establecer en Palestina el Estado de Israel.

La Tercera Guerra Mundial la suscitarían, dice textualmente, “exasperando las diferencias entre judíos y árabes para provocar un formidable cataclismo social que en todo su terror demuestre a las naciones el efecto del ateismo absoluto, origen de la barbarie y de la más violenta confusión. Entonces, las muchedumbres, desilusionadas con el cristianismo y no sabiendo a quién adorar, recibirán la verdadera luz de Lucifer, en una manifestación que será resultado del movimiento general reaccionario, siguiendo la destrucción del cristianismo y del ateismo, ambos conquistados y exterminados al mismo tiempo”.

Tanto en las tres guerras mundiales como en los conflictos revolucionarios locales, los Iluminati han aplicado la dialéctica hegeliana de favorecer a los contrarios para retener el control global de la situación. Al mismo tiempo que el judío Kissel Mordekay (alias “Marx”) escribía su Manifiesto comunista, bajo la dirección de filósofos iluministas, Karl Ritter escribía la antítesis (que llevaría al nazismo y al racismo) bajo la dirección de otro grupo de iluministas, con la idea de que los dirigentes pudieran usar las diferencias de ambas ideologías para lograr un dominio mundial que pasara por el quebranto de las naciones y de las instituciones políticas y religiosas.

Ahora, la misma anarquía que deriva de la revolución iluminista está siendo utilizada por banqueros sionistas hásaros, mediante un hostigamiento metamorfoseado dirigido a enfrentar las civilizaciones, para el asalto final del acariciado sueño de control global desde Jerusalén.

En su obra En Route to Global Occupation, el ex diplomático norteamericano Gary Kah documentó los planes operativos concretos por los que cada problema, real o fabricado, se convertirá en una razón para llevarnos a aceptar ese gobierno mundial. La mayoría pensará que se trata de una conveniencia del momento, sin imaginar que la red se organizó muchos años antes con ese propósito de dominio.

Tres acontecimientos recientes denotan cómo se ha ido imponiendo el Gobierno Mundial por la fuerza:

1- La Guerra del Golfo (1991), en la que George Bush padre anunció abiertamente la instauración del Nuevo Orden Mundial y condujo a Iraq a una provocación que justificara la acción militar de los Estados Unidos para garantizar su dominación militar en el Golfo. Bush, Powell, Schwarzkopf, Cheney, Quayle y Baker fueron acusados, por el ex fiscal estadounidense Ramsey Clark y otros, de crímenes contra la humanidad, crímenes de guerra, violación a la Carta de las Naciones Unidas, convenciones internacionales y la misma Constitución de los Estados Unidos, por haber masacrado a la población civil con 88,000 toneladas de bombas y ametrallamientos indiscriminados.

Saddam Hussein y el vicepresidente de los Estados Unidos, Richard Cheney, fueron socios de 1995 a 2000. A través de las filiales europeas de la compañía Halliburton, de la que Cheney era presidente, le vendían a Irak las piezas de refinería que Bush padre y el mismo Cheney, siendo secretario de Estado, destruyeron durante la guerra del Golfo. 2- Con la guerra de Kosovo (1999), el derecho internacional terminó por perder todo significado y el Pentágono pudo hacerse de un instrumento de intervención capaz de irrumpir en cualquier país del mundo sin el consenso de la ONU. Muy hábilmente lograron que la OTAN dejara de ser un organismo de “defensa” y se convirtiera en uno de “ataque”, cambiando el alegato del “anticomunismo” por el de “custodia de los derechos humanos”. Nuevamente, los Estados Unidos exterminaron a miles de civiles y arrojaron bombas prohibidas, incluso de uranio empobrecido.

3- Finalmente, vinieron los atentados “terroristas” del 11 de septiembre (2001), y los injustificados bombardeos sobre Afganistán (2002) e Irak (2003). En cuanto a los ataques a las Torres Gemelas, se sabe que los atentados fueron sufragados por una estructura paralela a la CIA, el MOSSAD y el ISI paquistaní, que los Bin Laden y los Bush son socios desde los años setenta (actualmente tienen inversiones conjuntas en el Carlyle Partners II Fund de Londres).

En este sentido, los “atentados” contra las Torres Gemelas y el Pentágono vinieron a ser el tercer gran crimen del gobierno estadounidense contra el pueblo norteamericano, después del auto-hundimiento del Maine y del provocado bombardeo en Pearl Harbor, repitiendo la vieja estrategia de crear un enemigo o provocar que el adversario golpee para justificar la agresión militar.

Según Terry Meyssan, el gobierno norteamericano alegó un “atentado terrorista árabe” para poder 1) terminar de situarse en el Caspio y en el Pérsico, 2) redimensionar la hegemonía israelí, 3) beneficiarse con dos de las más grandes reservas mundiales de petróleo y, 4) suprimir las garantías individuales en los Estados Unidos para prevenir la protesta.

Desde 1999 se empezaron a preparar las medidas de represión civil para los disidentes estadounidenses que se opondrían a estas guerras. Desde entonces se contemplaron medidas coordinadas por el Federal Emergency Management Agency (FEMA) para reprimir movilizaciones internas. Posteriormente, Halliburton ganó una licitación pública de 385 millones de dólares para construir campos de concentración “Detention Camps” para estadounidenses disidentes, si bien la excusa es que son para “inmigrantes”, y durante años han estado vacíos.

Hay varias pruebas de que los atentados fueron auspiciados desde los Estados Unidos, como el hecho de que 10 de los 19 “secuestradores” están vivos aún. Pero la prueba más contundente es que varios de los organizadores de cuello blanco, sabiendo que vendrían los ataques a las Torres, retiraron sus acciones de la bolsa durante los siete días anteriores al ataque. Las de United Airlines se desplomaron 42%, y las de American Airlines sufrieron una caída del 39%.

Operaciones semejantes se registraron con las opciones de venta de Morgan Stanley Dean Wítter & Co., que se multiplicaron por doce durante la semana previa a los atentados. Igualmente sucedió con las opciones de venta de las acciones de Merrill Lynch & Co., que se multiplicaron por 25, y con las acciones de las compañías de seguros Munich Re, Swiss Re y Axa.

Quienes realizaron estos movimientos lograron tales ganancias que la Organización Internacional de Comisiones de Valores (IOSCO) informó, el 15 de octubre del 2001, que esos rendimientos representan “el más importante delito por aprovechamiento ilícito de información privilegiada jamás cometido”.

La IOSCO determinó que la mayor parte de esas transacciones fueron a dar al Deutsche Bank y a su sucursal estadounidense de inversiones Alex Brown, mediante el procedimiento de portage, el cual asegura el anonimato de quienes realizan las transacciones. Ambas invocaron ese derecho y la Casa Blanca ordenó concluir las investigaciones.

Cabe señalar que varios intentos de autogolpear nuevamente a los Estados Unidos, desde los aparatos internos de inteligencia, pero esta vez con armas de destrucción masiva desde agosto de 2005 -para justificar ataques con armas de destrucción masiva en Irán, Siria y Norcorea- han sido abortados porque personas de adentro han roto las cadenas de mando, salvando a millones de estadounidenses y evitando que tales ataques se llevan a cabo.

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José Alberto Villasana Munguía

José Alberto Villasana Munguía es escritor y analista de escenarios políticos, económicos y religiosos internacionales.

Estudió Teología (Universidad Gregoriana de Roma), Filosofía (Universidad Angelicum de Roma), Humanidades Clásicas (Centro de Estudios Superiores de Salamanca, España) y Comunicación Internacional (ITAM, México) especializándose en Escatología desde 1995.

Es Consejero Académico del Instituto Internacional de Derechos Humanos.

Es miembro directivo del Club de Periodistas de México.

Es Presidente de la asociación civil Vida para Nacer.

Ha recibido en tres ocasiones el Premio Nacional de Periodismo en categorías de Investigación de Fondo.

En 2007 fue investido Caballero de la Orden de Malta en el grado de Caballero de Gracia Magistral.

Está certificado como Intercesor católico en los carismas del Espíritu Santo por la Encounter School of Ministry.