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Hacia mediados del siglo sexto antes de Cristo, Daniel tuvo una revelación numérica acerca del tiempo que tardará el triunfo del Mesías y, con ello, lo que durará el designio mediador de la nación judía.

“Sin duda alguna, un día Rusia atacará a Israel, lo dice la Torá”: Benjamín Netanyahu, Primer Ministro de Israel 1996-1999

“La Venida del Mesías glorioso, en un momento determinado de la historia se vincula al reconocimiento del Mesías por todo Israel del que una parte está endurecida en la incredulidad respecto a Jesús. San Pedro dice a los judíos de Jerusalén después de Pentecostés: ‘Arrepentíos, pues, y convertíos para que vuestros pecados sean borrados, a fin de que del Señor venga el tiempo de la consolación y envíe al Cristo que os había sido destinado, a Jesús, a quien debe retener el cielo hasta el tiempo de la restauración universal, de que Dios habló por boca de sus profetas’. Y San Pablo le hace eco: ‘si su reprobación ha sido la reconciliación del mundo ¿qué será su readmisión sino una resurrección de entre los muertos?’. La entrada de la plenitud de los judíos en la salvación mesiánica, a continuación de la plenitud de los gentiles, hará al Pueblo de Dios llegar a la plenitud de Cristo en la cual Dios será todo en nosotros”.

La explicación más sencilla es que el 666 que atañe al anticristo sea una gematría. Los hebreos, al igual que los griegos, asignaban un número a los nombres. Y es que Juan señala precisamente que es “el número de su nombre” (y en algunas traducciones “número de hombre”), socializando y controlando a la humanidad mediante un sistema económico biotecnológico implantado en la mano derecha y en la frente, hecho que implica una adhesión a él por lo cual, quien lo reciba, no entrará al Reino de Cristo.

“Parusía” (del griego Παρουσια) significa manifestación, hacerse presente, y designa la segunda venida de Jesucristo, aparición pública y gloriosa anunciada por Él mismo, quien volverá para realizar tres cosas: 1) derrotar al anticristo, así como al Falso Profeta y a quienes impusieron un Gobierno Mundial anticristiano durante siete años; 2) juzgar a las naciones y llevar a cabo la primer resurrección y, 3) restaurar la creación y elevar la naturaleza humana en su integridad, transformándola íntima y esencialmente.

El Arrebato, ó Rapto de los fieles, será la traslación física al cielo, en un proceso de transformación ontológica y espiritual, de aquellos que se encuentren en santidad y fieles a Cristo durante la Gran Tribulación. El Rapto sucederá a mediados de la misma, inmediatamente después de la "primera resurrección", la de los santos del Nuevo Testamento, y antes de que comience el Gran Día de la Ira del Señor, periodo de purificación que precede al Retorno glorioso de Cristo para reinar en la tierra.

A lo largo del Antiguo Testamento, el pueblo elegido vivió en la expectativa del Mesías, el cual habría de venir para restablecer a Israel y fundar su reinado universal en esta tierra.

La mayoría de las personas identifica equivocadamente los “Últimos Tiempos” con el “Fin del Mundo”. Esto se debe no solo a que la palabra “último” evoca lo postrero y más remoto, sino a que en occidente prevaleció la interpretación post-agustiniana que no se explicaba la concreción de que Jesucristo vaya a reinar por “mil años” en este mundo.

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